viernes, 29 de junio de 2012

¿HACIA DONDE VAS?
 Sin duda que en los últimos tiempos, la vida de cada ser humano se ha convertido en un ir y venir. Es angustioso ver en las grandes capitales, en los grandes centros, en los terminales de pasajeros, en aeropuertos nacionales e internacionales, gran cantidad de personas preocupadas.

 Si uno preguntara a cada una de estas personas: ¿A dónde vas? cada uno resultaría tener un rumbo distinto. Esto nos recuerda las palabras de Salomón en el libro de los proverbios: ‘Hay camino que al hombre parece derecho, pero su fin es de muerte” (Proverbios 14:12).

Todos los años salen del Terminal del Nuevo Circo en Caracas, Venezuela, millones de personas. Algunos piensan visitar a sus familiares, otros, para disfrutar un poco de las cosas de este mundo, otros, con el deseo de descansar. Muchos, sin embargo, no logran lo que se habían propuesto por haberlos sorprendido la muerte en el viaje. Ninguno ignora que cada día ocurren más accidentes y más muertes.

Todo esto nos hace pensar en los días del Señor Jesucristo cuando dijo: “Tengo compasión de las gentes, porque los veo como ovejas que no tienen pastor” (Marcos 6:34). Sin embargo, él mismo dilo:

 “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11). Es en él en quien debemos poner toda nuestra confianza y él nos trazará un rumbo seguro para nuestra vida.

 Nos preguntamos los que leemos la Biblia: ¿qué hubiera pasado con el pueblo de Israel, cuando peregrinaron por el desierto de Egipto hacia la tierra de Canaán, si en el desierto no había posibilidad de subsistencia? Fue Dios mismo quien los guió durante 40 años, dándoles alimento y todo lo necesario para aquella travesía. Llegando al fin a la tierra a la cual iban.

De la misma manera, hoy día la humanidad cuenta con un perfecto guía. El Señor Jesucristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).

Si tú no tienes esa experiencia de haber encontrado ese camino y de andar por él, entonces permíteme decirte que tú estás perdido. Y es precisamente en esa condición como Dios te vé. El Señor Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados que yo os haré descansar” (Mateo 11:28).

El Señor Jesús derramó su preciosa sangre con la que te puede limpiar de tus pecados y amistarte con Dios, poniéndote en el camino de la vida que te llevará a su presencia gloriosa. Así podrás cantar con nosotros:

A la tierra marchamos do viven los santos
En gozo y gloria y honra inmortal.
Y tú que te sientes del mal oprimido,
Oh, di ¿quieres ir al Edén celestial?



Autor: Fausto Barroso.                 Edición y Montaje: Obed Medina.

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