¿HACIA DONDE VAS?
Sin duda que en los últimos
tiempos, la vida de cada ser humano se ha convertido en un ir y venir. Es
angustioso ver en las grandes capitales, en los grandes centros, en los terminales
de pasajeros, en aeropuertos nacionales e internacionales, gran cantidad de
personas preocupadas.
Si uno preguntara a cada una de
estas personas: ¿A dónde vas? cada uno resultaría tener un rumbo distinto. Esto
nos recuerda las palabras de Salomón en el libro de los proverbios: ‘Hay camino
que al hombre parece derecho, pero su fin es de muerte” (Proverbios 14:12).
Todos los años salen del
Terminal del Nuevo Circo en Caracas, Venezuela, millones de personas.
Algunos piensan visitar a sus familiares, otros, para disfrutar un poco de las
cosas de este mundo, otros, con el deseo de descansar. Muchos, sin embargo, no
logran lo que se habían propuesto por haberlos sorprendido la muerte en el
viaje. Ninguno ignora que cada día ocurren más accidentes y más muertes.
Todo esto nos hace pensar en los
días del Señor Jesucristo cuando dijo: “Tengo compasión de las gentes, porque
los veo como ovejas que no tienen pastor” (Marcos 6:34). Sin embargo, él mismo
dilo:
“Yo soy el buen pastor; el buen
pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11). Es en él en quien debemos poner
toda nuestra confianza y él nos trazará un rumbo seguro para nuestra vida.
Nos preguntamos los que leemos la
Biblia: ¿qué hubiera pasado con el pueblo de Israel, cuando peregrinaron por el
desierto de Egipto hacia la tierra de Canaán, si en el desierto no había
posibilidad de subsistencia? Fue Dios mismo quien los guió durante 40 años,
dándoles alimento y todo lo necesario para aquella travesía. Llegando al fin a
la tierra a la cual iban.
De la misma manera, hoy día la
humanidad cuenta con un perfecto guía. El Señor Jesucristo dijo: “Yo soy el
camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).
Si tú no tienes esa experiencia
de haber encontrado ese camino y de andar por él, entonces permíteme decirte
que tú estás perdido. Y es precisamente en esa condición como Dios te vé. El
Señor Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados que yo
os haré descansar” (Mateo 11:28).
El Señor Jesús derramó su
preciosa sangre con la que te puede limpiar de tus pecados y amistarte con
Dios, poniéndote en el camino de la vida que te llevará a su presencia
gloriosa. Así podrás cantar con nosotros:
A la tierra marchamos do viven
los santos
En gozo y gloria y honra
inmortal.
Y tú que te sientes del mal
oprimido,
Oh, di ¿quieres ir al Edén
celestial?
Autor: Fausto Barroso. Edición y Montaje: Obed Medina.